El Romanticismo.
1.-
Introducción
El
Romanticismo es un movimiento artístico europeo que surge en Alemania a finales
del siglo XVIII, evoluciona en Inglaterra y se extiende por el resto de Europa.
La base teórica del movimiento parte de los postulados filosóficos de Hegel, el
Idealismo.
En
1776, se publicó en Alemania una comedia de que es autor Maximilian Klinger,
cuyo nombre en alemán, “Sturm und Drang” terminó asignándose a un
movimiento literario surgido entre los años 1770 y 1785, cuyos autores, se
agruparon en torno a la figura de Johann Wolfgang Goethe (1749-1832), a través
de la revista Athenäum.
Johann
Wolfgang Goethe es el escritor alemán más importante y
uno de los grandes genios de la literatura universal. Sus primeras obras están
vinculadas al grupo Sturm und Drang. De hecho, participó en la redacción
junto a Heder del ensayo “Sobre el estilo y el arte alemán” publicado en 1773;
verdadero manifiesto del Sturm und Drang.
Su
libro juvenil Los padecimientos del joven Werther (1774), novela
epistolar que narra la historia de un amor no correspondido que provoca el
suicidio del protagonista, tuvo un éxito extraordinario y es considerada como
una de las principales manifestaciones literarias del Romanticismo. En toda
Europa, la juventud vestía y hablaba como sus personajes.
Su
principal obra, en la que trabajó casi toda su vida, es Fausto, largo y
complejo drama poético-filosófico. En él se reflexiona sobre el destino humano
a través de la historia del protagonista, que vende su alma al diablo a cambio
de la sabiduría y la juventud.
Dentro
de los autores alemanes del primer Romanticismo, sin duda alguna, el mayor
representante es Friedrich von
Hardenberg más conocido como «Novalis» (1772-1801), autor
de los Himnos a la noche en el que llevó la poesía fuera de los cauces
clásicos a una disolución en el seno de la tiniebla.
Posteriormente,
una segunda ola de autores, Romanticismo tardío (Spätromantik) con autores como los hemanos Grimm o Hoffman, se
alejan de la teorización primitiva y se dedican en mayor medida a la producción
literaria.
Las
nuevas formas literarias llegan a Inglaterra en el ocaso del siglo XVIII, considerándose
como punto de partida del movimiento la primera edición de las “Baladas líricas
con otros poemas” de Wordsworth y Coleridge (1798), y se desarrolla
durante las primeras décadas del XIX hasta la muerte de Walter Scott en 1832, fecha aceptada como el final del la
literatura romántica en este país.
Wordworth
y Coleridge, principales referencias de los lakistas, publicaron su obra de
manera anónima, tomando la naturaleza como tema básico de su poesía (primero
como fondo de sus acciones y posteriormente como vehículo de revelación del
alma) y planteando la obra como un experimento lingüístico en el que se trataba
de comprobar hasta qué punto el lenguaje de las clases medias y bajas era apto
para obtener el placer poético (según se
indica en una advertencia al
principio de la obra).
Por
otro lado, están los denominados poetas satánicos, Byron y Percy Shelley,
toman la rebeldía contra el mundo y la sociedad como bandera. En el Don Juan,
de Byron, se termina caricaturizando al propio Romanticismo estilística y
temáticamente. Los poemas más sobresalientes de Shelley, en cambio, giran en
torno a una rebeldía que toma caracteres de éxtasis, de elevación a un plano
visionario y profético (Himno a la belleza intelectual, o Mont Blanc).
Al
margen de ellos queda Keats, autor
más conceptual cuya producción desarrolla el planteamiento de posicionar al
poeta más allá de sus intereses y convicciones personales, para servir como
vehículo de la expresión poemática de la realidad al público.
Y
por otro lado se encuentra, Walter Scott,
que comenzó su producción artística como poeta, pero el éxito lo alcanzó con la
novela histórica que situaba la acción en la Edad Media.
Aunque
de menor repercusión que en Alemania e Inglaterra, el Romanticismo en Francia
también fructificó en autores como Víctor
Hugo (Los miserables) o Alexandre
Dumas (Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo).
2.-
Características de la literatura romántica.
2.1.-
Características ideológicas.
El
idealismo hegeliano, conlleva para los románticos una visión contradictoria de
la realidad que les tocó vivir. Por un lado, estaba lo real, lo prosaico y lo
cercano, y por otro, lo ideal, lo perfecto, lo absoluto. La antítesis entre
realidad e idealismo es una de las bases de este movimiento artístico. Dicha
contradicción conlleva un pesimismo generalizado en el arte romántico, y en sus
autores conlleva además un sentimiento de frustración y desesperación cercano
al nihilismo y a la angustia metafísica.
Contrariamente
a los planteamientos artísticos de la centuria anterior, el irracionalismo se
constituye en otra de las claves del pensamiento romántico. La razón se
supedita a la pasión, lo que acarrea una literatura muy intensa y muy confusa,
en la que adquieren peso específico los sentimientos propios del autor.
Esto
nos lleva a la importancia desmedida que adquiere el individualismo y la visión
subjetiva del mundo por parte del artista. Artista que nace y no se hace, según
los románticos, y que debe transmitir el genio creador del “yo” que lleva
dentro.
La
insatisfacción que experimentan los autores románticos les lleva a evadirse de
la realidad, desarrollando sus obras en lugares exóticos y en tiempos remotos
(el lejano oriente/ Edad Media).
A
su vez, la irracionalidad mencionada, acarrea la ruptura de cualquier
encorsetamiento. El arte romántico se crea al margen de las normas (reacción al
Neoclasicismo), y los héroes románticos se sitúan igualmente al margen de la
sociedad. Son por lo general personajes marginales, aislados e incomprendidos.
La
naturaleza como expresión de los sentimientos del autor, deja su forma idílica
y pasa a ser una naturaleza desatada e incontrolable. La tormenta, el huracán,
o la noche, son motivos recurrentes para los románticos (locus horribilis).
Esta naturaleza truculenta, sumada al gusto irracional por lo sobrenatural, la
magia y el misterio, desembocará en la literatura gótica y de terror, uno de
los subgéneros más característicos del Romanticismo.
Pero
a su vez, todo este intenso ideario se combina con una literatura cargada de
reflexión social, filosófica o política, esta última entronca con un
nacionalismo creciente obsesionado en las raíces de cada pueblo, que revitaliza
antiguos poemas épicos y leyendas populares en contraposición, otra vez, al
espíritu universalista ilustrado.
2.2.-
Características formales.
En
base a estos planteamientos, se origina una literatura en la que destaca la
ausencia total de reglas, la renovación métrica, léxica y la exaltación
retórica como principales características.
La
ausencia total de reglas se cristaliza en un rechazo total a las férreas normas
del Neoclasicismo. Desaparece la noción del arte moralizador y didáctico, del
arte útil. Las creaciones románticas pretenden excitar fuertemente la
sensibilidad del lector.
Se
reniega también a copiar a los clásicos como modelo de perfección; copiarlos es
faltar a la realidad para los románticos. La originalidad de la obra no está
por tanto en la imitación (como en el Renacimiento o Neoclasicismo) sino en la
originalidad (como en el Barroco).
En
cuanto a la renovación métrica, se imponen nuevos ritmos acentuales, nuevas
estrofas, composiciones polimétricas, la mezcla de géneros y el empleo
indistinto de la prosa y el verso. Se rompe con la regla de las tres unidades
en teatro, y en general, la literatura preferida para los románticos es la más
antagónica a la clásica.
La
renovación léxica parte de la base de que las voces más prestigiosas no son las
de carácter latino o antiguo, sino las de mayor valor emotivo. En este sentido
además, cobran especial relevancia las figuras de pensamiento y el lenguaje
figurado, que suplantan la razón por la imaginación.
Por
último, la exaltación retórica da como resultado la sobreabundancia de
exclamaciones, frases entrecortadas, hipérboles…que llenan de vehemencia sentimental y expresiva
al mensaje.
3.-
Romanticismo en España.
Dos vías de entrada, Barcelona “El Europeo” revista
de actualidad literaria, y Cádiz con la
producción de Nicolás Böhl de Faber.
La eclosión del movimiento se produce en torno a 1832 cuando
regresan los exiliados que se habían marchado por la represión absolutista de
Fernando VII. Autores como Espronceda,
Martínez de la Rosa o el duque de Rivas, los cuales habían
experimentado en primera persona los cambios artísticos europeos.
Los autores se “dividen” en dos grupos según sus
inclinaciones ideológicas. Así hay autores que muestran en su literatura una
tendencia aristocrática, creyente y conservadora como Zorrilla, duque de Rivas o
Mesonero Romanos, y otros más radicales en sus planteamientos como Larra o Espronceda.
El
género lírico se afianza como la
principal vía de manifestación del espíritu romántico en España. Los poetas
pueden agruparse cronológica y temáticamente.
Cronológicamente,
nos encontramos con tres grupos. Los primeros serían los autores nacidos a
finales del XVIII, pertenecientes a clases sociales acomodadas y con una
educación basada en los valores de la razón neoclasicista. Martínez de la Rosa,
con su moderado eclecticismo y el duque de Rivas, que llegó a ser presidente de
la RAE, son los más representativos de este grupo.
Los
autores nacidos en la primera década del XIX, representan el arquetipo de poeta
romántico, jóvenes acomodados en la clase media, con una irrefrenable ansia de
libertad y de ruptura del orden establecido. El verdadero guía de este grupo
sería Espronceda, y en él podría incluirse a Larra.
Por
último, los autores nacidos en la segunda década del XIX siguen el magisterio
de los anteriores en sus inicios, aunque el más destacable es José Zorrilla,
cuya literatura es inscribe dentro de una línea ideológica conservadora.
En
cuanto a la temática de sus obras, también puede hacerse una división de los
vates de la época. Algunos autores desarrollaron una temática
histórico-legendaria que supone un retorno a la tradición, a la Edad Media, a
los valores tradicionales…que buscan la evasión en el ideal de una época
pasada. Aquí estarían Zorrilla o el Duque de Rivas.
Por
otro lado, desarrollando una temática acrecentadamente lírica en la que el amor
es el tema principal desde la perspectiva propia de la angustia romántica, se
encuentra Espronceda, que en su poesía trató los grandes temas románticos de la
lucha contra las trabas sociales y de la defensa de la absoluta libertad
individual. Desarrolla un estilo inconfundiblemente romántico: brillante,
musical y efectista; expresión del temperamento apasionado (Canción del pirata,
El canto del cosaco, El mendigo o El reo de muerte: personajes marginales con
los que el poeta se identifica).
Pero
también Espronceda escribió obras como El Estudiante de Salamanca o El diablo mundo,
las cuales son obras narrativas con forma lírica.
En
el género dramático, destaca
formalmente la ruptura de los preceptos neoclasicistas en cuanto a actos,
unidades, géneros…
Generalizando,
se puede decir que en el teatro romántico destacan los papeles del héroe (ser
misterioso marcado por el destino) y la heroína (ángel dulce, sumiso y
apasionado). El tema fundamental es el amor absoluto, que termina por
convertirse en un imposible que se suele resolver con la muerte. Y los motivos
fundamentales del teatro romántico provienen del drama histórico.
Hay
un considerable número de obras dramáticas representativas del movimiento, Los
amantes de Teruel (Hartzenbusch),
Don Álvaro y la fuerza del sino (duque de Rivas), La conjuración de Venecia
(Martínez de la Rosa), Macías (Larra)…pero la más significativa de todas quizá
sea el Don Juan Tenorio de José Zorrilla.
La
obra de Zorrilla, eco del siglo de Oro, continúa con el desarrollo del mito del
amante libertino en el romanticismo. La obra se divide en dos partes, una
primera que podría considerarse como de “capa y espada”, en la que se aglutinan
los motivos románticos como el misterio inicial del héroe, los elementos
carnavalescos, los duelos, las peleas callejeras, las apuestas, el rapto, la
muerte…en un despliegue inicial de acción y violencia.
La
segunda de ellas, podría interpretarse casi como un drama religioso. La acción
transcurre cinco años más tarde y está protagonizada por un héroe atormentado
por los conflictos anteriores. Don Juan termina arrepintiéndose de su pecados y
muere pidiendo clemencia a Dios, con lo que consigue la salvación de su alma,
lo cual es una de las claves del éxito de la obra. Otro podría ser el personaje
de doña Inés, que convierte a don Juan en el libertino salvado por amor.
La
obra, escrita con un lenguaje prosaico y sencillo, versos naturales que
resuenan en la memoria y se retienen fácilmente, fue muy del gusto popular.
En
el género narrativo, se desarrolla
una corriente de evocación histórica siguiendo los pasos de Walter Scott, pero
lo más representativo del género es la pintura de costumbres, un costumbrismo
que alaba los valores tradicionales y que, excepto en el caso de Larra, muestra
una casi imperceptible intención crítica.
Larra,
en cambio, representa el ideal del verdadero romántico español. Como prosista,
destacan especialmente sus Artículos periodísticos, los cuales pueden agruparse
temáticamente en:
Artículos de crítica
literaria – Mostrando especial interés en el espectáculo
teatral y todo el negocio que se mueve alrededor de este.
Artículos de costumbres
– De carácter crítico e irónico, alejados totalmente de la nostalgia del
costumbrismo imperante. En estos se realiza un análisis mordaz, satírico y
pasmosamente lúcido de la sociedad española, anclada en los valores
tradicionales más profundos. Para ello se utiliza una prosa fluida y directa
salpicada de fina ironía.
Artículos políticos
– En los cuales se habla de temas como la pena de muerte, la libertad de
imprenta, el pujante avance carlista, etc…
Suelen
presentar todos ellos una estructura tripartita que parte de una exposición
inicial de carácter general, pasa por una parte central de ejemplificación
concreta, y concluye con una reflexión final que puede ir de lo más prosaico a
alcanzar el plano existencial que deja
entrever su concepto desengañado y trágico de la vida.
4.-
Romanticismo tardío. Bécquer y Rosalía de Castro.
La
obra poética de Gustavo Adolfo Bécquer
abre las puertas de la poesía contemporánea por su intimismo y pureza. El autor
se aleja del efectismo romántico generalizado y se basa en la lírica alemana
iniciadora del movimiento y en las canciones populares andaluzas, breves y de
suave musicalidad.
Destacó
como poeta y como prosista. Las Rimas
se trata de una poesía intensa y emotiva expresada con un estilo que busca la
perfección formal a través de la sencillez, sin excesos retóricos. El centro
lírico de su poemas es la descripción de sus sentimientos. En general emplea el
verso asonante y la variación estrófica.
Las
Leyendas son narraciones fantásticas
ambientadas en su mayor parte en la E.M. que sirven como vehículo de expresión
de sentimientos y emociones íntimas mediante una prosa lírica.
Por
su parte, Rosalía de Castro crea una
poesía romántica intimista y melancólica, que se inspira en la sencillez y
musicalidad lírica tradicional. Gran parte de su obra fue escrita en gallego;
en castellano se publicó En las orillas
del Sar. Sus libros escritos en gallego la convierten en el símbolo del Rexurdimiento o romanticismo gallego.
5.-
Conclusión.
El Romanticismo es un periodo complejo tanto desde
el punto de vista histórico como desde el Literario. Es un movimiento íntimamente
ligado a la política y a la sociedad de la época. Los convulsos cambios
políticos y económicos del momento explican también los cambios literarios.