miércoles, 24 de abril de 2013

"Mi querido amigo Grildrig, has hecho de tu país el más admirable panegírico. Has demostrado claramente que la ignorancia, la holgazanería y el vicio son los ingredientes necesarios para capacitar a un legislador. Que quienes mejor explican, interpretan y aplican las leyes son aquellos cuyos intereses y habilidades consisten en pervertirlas, confundirlas y eludirlas. Entre vosotros advierto algunos rasgos de una constitución que originariamente pudo haber sido tolerable, pero que están medio borrados y el resto totalmente desdibujados y emborronados por la corrupción. De cuanto has dicho se infiere que entre vosotros no sea preciso talento alguno para conseguir ningún cargo, ni mucho menos que los hombres se ennoblezcan en razón a su virtud, ni que los clérigos asciendan por su piedad o sabiduría, los soldados por su comportamiento o valor, ni los jueces por su integridad, ni los senadores por su amor a la patria, o los consejeros por su sabiduría. En cuanto a ti mismo (continuó el rey) has ocupado la mayor parte de tu vida viajando, por lo que me inclino a creer que hasta el presente hayas escapado de muchos de los vicios de tu país. Pero por lo que he podido colegir de tu propio relato y de las respuestas que me he tomado la molestia de arrancarte y sonsacarte, no puedo por menos de concluir que el conjunto de tus paisanos son la más perniciosa estirpe de pequeños bichejos que la naturaleza haya jamás permitido se arrastre sobre la superficie de la tierra."
 
Los viajes de Gulliver.
Jonathan Swift.
1726.
(Traducción de Begoña Gárate).


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